(1) Es necesario usar cada frase de las palabras de Dios, en las que juzga y expone al hombre, como base para una frecuente introspección. Uno debe procurar medirse con cada línea de Sus palabras.
(2) En todos los temas, se ha de reflexionar sobre si la corrupción se expresa en las palabras propias, comportamiento o actitud, o en los pensamientos o ideas; y sobre si están de acuerdo con la verdad u ofenden el carácter de Dios.
(3) Es necesario que uno asuma sus transgresiones y expresiones de corrupción cuando reflexiona sobre sí mismo, para que pueda llegar a conocer su esencia-naturaleza y vea lo penosas que son.
(4) Al afrontar la poda y el trato, las pruebas y el refinamiento o los fracasos y reveses, uno debe orar a Dios con mayor motivo, para así aprender a someterse a la verdad y a renunciar a la carne. Uno nunca debe racionalizar.
(5) Hacer uso de las experiencias de fracaso y caída de falsos líderes y anticristos para reflexionar sobre uno mismo es el mejor entrenamiento; duplica las lecciones que se le enseñan.
Las palabras relevantes de Dios:
La clave para lograr un cambio de carácter es conocer la propia naturaleza, y esto debe suceder de acuerdo con las revelaciones de Dios. Sólo en la palabra de Dios se puede conocer la propia naturaleza espantosa, reconocer en esta los diferentes venenos de Satanás, darse cuenta de que uno es necio e ignorante, y reconocer los elementos débiles y negativos de la misma. Después de que estos se conozcan completamente, y puedas verdaderamente odiarte y renunciar a la carne, cumplir con la palabra de Dios de forma consistente y tener la voluntad de someterte de manera absoluta al Espíritu Santo y a la palabra de Dios, entonces te habrás embarcado en la senda de Pedro.
Extracto de ‘Conocerse a uno mismo es principalmente conocer la naturaleza humana’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus expresiones de corrupción, tus propias debilidades vitales, tu carácter y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estas cosas debes llegar a conocerte. Para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras. Al recibir el juicio de las palabras de Dios no debemos temer el sufrimiento ni el dolor y, mucho menos, temer que las palabras de Dios penetren en nuestro corazón. Debemos leer más de Sus declaraciones acerca de cómo Él nos juzga, nos castiga y expone nuestra esencia corrupta. Debemos leerlas y mantenernos más firmes en ellas. No compares a los demás con ellas: debemos compararnos con ellas. No carecemos de ninguna de estas cosas; todos podemos cuadrar con ellas. Si no lo crees, ve y experiméntalo por ti mismo. Tras leer las palabras de Dios, algunas personas no saben aplicárselas a sí mismas; piensan que parte de estas palabras no tratan de ellas, sino de otras personas. Por ejemplo, cuando Dios desenmascara a las personas como mujerzuelas y rameras, algunas hermanas creen que, al haber sido inequívocamente fieles a sus maridos, esas palabras no deben de referirse a ellas; otras creen que, como no están casadas y nunca han mantenido relaciones sexuales, esas palabras tampoco deben de referirse a ellas. Algunos hermanos piensan que estas palabras solo se dirigen a las mujeres y no tienen nada que ver con ellos; otros piensan que estas palabras de Dios suenan demasiado desagradables y se niegan a aceptarlas. Incluso hay quienes dicen que, en algunos casos, las palabras de Dios están equivocadas. ¿Es esta la actitud correcta hacia las palabras de Dios? La gente no sabe hacer introspección basándose en las palabras de Dios. Aquí, “mujerzuelas” y “rameras” aluden a la corrupción de la promiscuidad de las personas. Hombre o mujer, casado o no, todo el mundo está dotado de la corrupción de la promiscuidad; por tanto, ¿es posible que no tenga nada que ver contigo? Las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de la gente; trátese de un hombre o de una mujer, el nivel de corrupción es el mismo, ¿no es así? Antes de hacer cualquier otra cosa, hemos de comprender que debemos aceptar cada una de las palabras de Dios, tanto si estas declaraciones suenan agradables como si no y sea amarga o dulce la sensación que nos den. Esa es la actitud que debemos tener hacia las palabras de Dios. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Una actitud devota, una actitud paciente o una actitud de aceptar el sufrimiento? Os digo que no es ninguna de estas. En nuestra fe, debemos sostener firmemente que las palabras de Dios son la verdad. Ya que son la verdad, debemos aceptarlas de una forma racional. Seamos o no capaces de reconocerlo o admitirlo, nuestra primera actitud debe ser una de aceptación absoluta de las palabras de Dios. Cada línea de las palabras de Dios pertenece a un estado específico. Es decir, ninguna de las líneas de Sus declaraciones trata sobre las apariencias externas y, mucho menos, sobre reglas externas o sobre una forma sencilla de comportamiento en las personas. No es así. Si ves cada línea pronunciada por Dios como si se tratase de una clase sencilla de comportamiento humano o apariencia externa, entonces no tienes entendimiento espiritual y no entiendes lo que es la verdad. Las palabras de Dios son profundas. ¿Cómo son profundas? Todo lo que Dios dice, todo lo que Él revela, trata sobre el carácter corrupto de las personas y sobre las cosas esenciales y profundamente arraigadas dentro de su vida. Son cosas esenciales, no apariencias externas y, sobre todo, no son comportamientos externos.
Extracto de ‘La importancia de buscar la verdad y la senda de búsqueda’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Si las personas deben entenderse, deben entender sus verdaderos estados. El aspecto más importante de entender el propio estaos es comprender los propios pensamientos e ideas. En cada periodo de tiempo, los pensamientos de las personas han estado controlados por una cosa principal. Si puedes obtener el control sobre tus pensamientos, puedes obtener el control de las cosas que están detrás de ellos. Las personas no pueden controlar sus pensamientos e ideas, Pero tienen que saber de dónde vienen estos pensamientos e ideas, cuáles son los motivos detrás de ellos, cómo se producen estos pensamientos e ideas, qué los controla y cuál es su naturaleza. Después de que tu carácter se haya transformado, tus pensamientos e ideas, los deseos que tu corazón busca y tus puntos de vista sobre la búsqueda, que han sido producidos de las partes de ti que se han transformo, serán diferentes. Esos pensamientos e ideas que se originan de las partes de ti que no han cambiado, las cosas que no entiendes claramente, y las que no has reemplazado con las experiencias de la verdad son inmundos, sucios y feos. Hoy día, las personas que han experimentado la obra de Dios durante varios años tienen alguna conciencia y conocimiento de estos asuntos. Las que han experimentado la obra de Dios durante un corto período de tiempo no entienden aún estos asuntos; siguen sin tenerlos claros. No saben dónde está su talón de Aquiles ni en qué áreas es fácil que caigan. En la actualidad desconocéis la clase de personas que sois, y aunque otras personas pueden ver hasta cierto punto qué clase de personas sois, no lo podéis sentir. No podéis distinguir con claridad vuestros pensamientos o propósitos ordinarios, ni tenéis un clara entendimiento de cuál es la esencia de estos asuntos. Cuanto más profundo entiendas un aspecto, más te transformarás en ese aspecto; por definición, las cosas que harás estarán de acuerdo con la verdad, serás capaz de cumplir las exigencias de Dios, y estarás más cerca de Su voluntad. Sólo buscando de esta forma puedes obtener resultados.
Extracto de ‘Las personas que le hacen constantes exigencias a Dios son las menos razonables’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
En todo tiempo, lugar y entorno podemos conocernos a nosotros mismos, analizar e indagar en nuestro interior y considerar estas cuestiones nuestra máxima prioridad. Si lo hacemos, seguro que recibimos recompensa, sin duda iremos avanzando en la cuestión del autoconocimiento y, entretanto, podremos practicar la verdad, tener cada vez más verdades, y la realidad de las palabras de Dios se convertirá de manera creciente en nuestra vida. No obstante, si no has entrado para nada en la cuestión del autoconocimiento, tu práctica de la verdad será falsa, pues te embaucarán muchos fenómenos externos. Tal vez notes que tu conducta ha mejorado, que eres más amable que antes, más considerado con los demás, más tolerante y paciente con los demás, más indulgente con ellos; por consiguiente, ya te crees un gran ejemplo sin defectos, poseedor de una humanidad normal. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios, continúas muy alejado de Sus normas y exigencias. Esto demuestra que no sabemos en qué momentos estamos practicando sinceramente la verdad ni en cuáles no la estamos practicando en absoluto, sino que simplemente hemos cambiado un poco nuestras conductas externas. Actualmente, muchos creen que su vida de iglesia es bastante normal, que saben llevarse bien con sus hermanos y hermanas, con tolerancia mutua y una excelente relación. Creen poder llevarse bien con cualquiera sin discutir y que, pase lo que pase, saben practicar la paciencia y adoptar el enfoque correcto. Piensan que también su vida espiritual es especialmente normal, son aplicados en la lectura de las palabras de Dios y lo veneran de corazón; sin embargo, sus opiniones sobre muchos asuntos siguen siendo la antítesis de la verdad y hostiles a Dios. Esto basta para demostrar que no han recibido la verdad. Así pues, a la hora de conocer cada aspecto de nosotros mismos, hemos de buscar la verdad y tratar de profundizar en el autoconocimiento.
Extracto de ‘Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
La clave para la autorreflexión y el conocimiento de ti mismo es esta: cuanto más sientas que en ciertas áreas has hecho bien o has hecho lo correcto, y más creas que puedes satisfacer la voluntad de Dios o que eres digno de jactarte en ciertas áreas, entonces más vale la pena que te conozcas en esas áreas y que profundices en ellas para ver qué impurezas existen en ti, así como qué cosas en ti no pueden satisfacer la voluntad de Dios. Tomemos a Pablo como ejemplo. Pablo estaba especialmente informado y sufrió mucho en su obra de predicación. Muchos lo adoraban de manera especial. Como resultado, después de terminar mucho trabajo, supuso que habría una corona reservada para él. Esto lo llevó a ir cada vez más lejos por la senda equivocada, hasta que finalmente Dios lo castigó. Si, en ese momento, hubiera reflexionado sobre sí mismo y se hubiera analizado minuciosamente, entonces no habría pensado eso. En otras palabras, Pablo no se había enfocado en buscar la verdad en las palabras del Señor Jesús; solo había creído en sus propias nociones e imaginaciones. Había pensado que mientras hiciera algunas cosas buenas y exhibiera un buen comportamiento, sería alabado y recompensado por Dios. Al final, sus propias nociones e imaginaciones cegaron su espíritu y cubrieron su verdadero rostro. Sin embargo, las personas no sabían esto, y sin que Dios lo sacara a la luz, siguieron poniendo a Pablo como un estándar para alcanzar, un ejemplo para vivir y lo consideraron como al que anhelaban parecerse y como objeto de su búsqueda y alguien al que imitar. Esta historia sobre Pablo sirve como una advertencia para todos los que creen en Dios, y es que cada vez que sintamos que lo hemos hecho especialmente bien o creamos que estamos especialmente dotados en algún aspecto o pensemos que no necesitamos cambiar ni ser tratados en algún aspecto, debemos esforzarnos por reflexionar y conocernos mejor en ese aspecto; esto es crucial. Esto se debe a que ciertamente no has desenterrado, prestado atención ni analizado minuciosamente los aspectos de ti mismo que crees buenos, para ver si realmente contienen o no algo que resista a Dios.
Extracto de ‘Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Conocernos a nosotros mismos es llegar a saber cuáles de nuestras ideas y de nuestros puntos de vista se oponen a Dios, no son compatibles en absoluto con la verdad y no tienen la verdad. La arrogancia, la santurronería, las mentiras y la astucia del hombre, por ejemplo, son los aspectos que hay dentro de un carácter corrupto que la gente puede conocer fácilmente. Puedes llegar a tener cierto conocimiento de ellos con tan solo compartir la verdad unas cuantas veces, o compartirla a menudo, o cuando tus hermanos y hermanas señalan tu estado. Además, todo el mundo posee arrogancia y astucia, solo que en diversos grados. Sin embargo, las ideas y los puntos de vista de las personas no son fáciles de conocer. No son tan fáciles de conocer como la parte del carácter. Son cosas profundamente arraigadas. Por tanto, aunque tu comportamiento y tu conducta externa hayan conseguido un pequeño cambio, sigue habiendo muchas cosas en contra de Dios en tu pensamiento, tus nociones, tus puntos de vista, y la educación de la cultura tradicional que has recibido que están en contra de Dios y que aún no has extraído. Estas cosas son las cosas profundamente arraigadas que llevan a nuestra enemistad hacia Dios. Por lo tanto, cuando Dios haga algo que no se ajuste a tus nociones o difiera de lo que imaginas que hace, te resistirás y opondrás. No entenderás por qué ha actuado Dios así y, aunque sepas que hay verdad en todo lo que Dios hace y quieras someterte, no podrás. ¿Por qué no puedes someterte? ¿Por qué tanta resistencia y oposición? Porque en las ideas y opiniones del hombre hay cosas hostiles a Dios y hostiles a los principios por los que Él actúa y a Su esencia. Es difícil que el hombre conozca estas ideas y opiniones.
Extracto de ‘Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Cada cosa que existe en nuestros corazones se opone a Dios. Esto incluye las cosas que pensamos que son buenas, y hasta las que ya creemos que son positivas. Hemos enumerado estas cosas como verdades, como parte de la humanidad normal y como cosas positivas; sin embargo, desde la perspectiva de Dios, son cosas que Él aborrece. El abismo entre lo que pensamos y la verdad que Dios habla es inconmensurable. Por consiguiente, debemos conocernos a nosotros mismos. Desde nuestras ideas, puntos de vista y acciones hasta la educación cultural que hemos recibido, vale la pena profundizar en cada cosa y analizarla de manera minuciosa. Algunas de estas cosas proceden de los entornos sociales, otras de la familia, de la educación escolar y otras de los libros. Algunas también proceden de nuestras imaginaciones y nociones. Este tipo de cosas son las más aterradoras, porque atan y controlan nuestras palabras y acciones, dominan nuestra mente y guían nuestros motivos, intenciones y metas en lo que hacemos. Si no desenterramos estas cosas, nunca aceptaremos del todo las palabras de Dios en nosotros ni Sus exigencias sin reserva ni las pondremos en práctica. Mientras albergues tus propias ideas y puntos de vista, y convicciones de cosas que crees que son correctas, nunca aceptarás por completo o sin reservas las palabras de Dios ni las practicarás en su forma original; seguramente sólo las pondrás en práctica después de procesarlas por primera vez en tu mente. Así será como hagas las cosas y también será la manera en que ayudes a los demás: puede que todavía comuniques las palabras de Dios, pero siempre tendrás tus propias impurezas mezcladas con ellas, y pensarás que esto es lo que significa practicar la verdad, que la has entendido y que lo tienes todo. ¿No es lamentable el estado del hombre? ¿No es espantoso? No basta con un par de palabras para contar estas cosas en su totalidad ni para aclararlas. Hay, por supuesto, muchas otras cosas en la vida, como los más de cien venenos de Satanás resumidos anteriormente. Has entendido las palabras, pero ¿estás a su altura? ¿Cuál es tu práctica en la vida? ¿Acaso no participas tú también de estos venenos y los aceptas? ¿No actúas, además, en base a ellos? Debes profundizar en tu experiencia personal y debe estar a la altura de esas palabras. Podríamos limitarnos a sacar a relucir esa lista de venenos de Satanás y leerla tranquilamente o simplemente echarle un vistazo y luego dejarla; o podríamos leer sin fundamento las palabras de Dios, dotarnos de lo que diga un determinado pasaje y ceñirnos a la literalidad y la normativa de las palabras de Dios en nuestra práctica mientras creemos que estamos practicando la verdad, pero ¿es así de simple? Las personas son seres vivos: todas tienen unas ideas y los elementos que componen sus ideas se arraigan en su corazón. Cuando una persona actúa, estos elementos, sin duda, afloran porque ya se han convertido en la vida de esa persona. Por lo tanto, en cada cosa que haces hay un punto de vista y un principio que gobiernan cómo lo haces, que dirigen tu rumbo. Cuando actúes sabrás si esas cosas están o no presentes en ti. Actualmente, claro está, cuando analizas tus ideas y opiniones, crees que no hay nada que sea hostil a Dios; te crees honesto y leal, más que dispuesto a cumplir con el deber, capaz de sacrificarte y esforzarte por Dios y bastante fuerte en todos los aspectos. Sin embargo, si Dios pusiera a prueba tu temple, hiciera que acometieras una tarea o que te sucediera algo, ¿cómo reaccionarías? En ese momento, tus ideas y opiniones saldrían implacablemente a la superficie, como si se hubieran abierto las compuertas; estarían fuera de tu control, fuera de tu alcance, y, por más que las odiaras, saldrían a la superficie de todos modos como una oleada de cosas, todas ellas opuestas a Dios. Cuando digas: “¿Por qué no he podido hacer nada? Si no quiero oponerme a Dios, ¿por qué lo hice? No quiero enjuiciar a Dios ni tener nociones sobre lo que hace, así que ¿cómo he podido tener semejantes nociones?”, deberías esforzarte por conocerte a ti mismo, examinar lo que hay dentro de ti que se opone a Dios, y lo que en tu interior es hostil y contrario a la obra que realiza en la actualidad.
Extracto de ‘Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Independientemente de qué aspecto de la verdad se busque, ya sea aspirar a ser honesto, prepararse para someterse a Dios, colaborar cordialmente con los hermanos y hermanas o vivir una humanidad normal, uno puede adoptar su práctica cada día de su vida con cada verdad relacionada con la cuestión del autoconocimiento. ¿Acaso no tiene algo que ver la aspiración a ser honesto con el autoconocimiento? No aspirarás a ser honesto hasta que no hayas llegado a conocer tu falsedad y tu deshonestidad. Cuando sepas que no has obedecido a Dios, practicarás la obediencia hacia Él o irás en busca de lo que hay que hacer para obedecerlo. Si no te conoces, todo lo que dices de tu aspiración a ser honesto o a someterte a Dios suena falso, ya que el carácter del hombre es corrupto, ningún aspecto de la verdad es fácil de practicar y todos los aspectos se practican en el marco del carácter corrupto del hombre. Al practicar cualquier aspecto de la verdad hará su aparición tu carácter corrupto, que frustrará tu aspiración a ser honesto, te impedirá someterte a Dios e inhibirá tu paciencia y tolerancia hacia tus hermanos y hermanas. Si no lo reconoces, analizas y descubres, sino que practicas la verdad apoyándote en tus fantasías, tu práctica no será verdadera. Por lo tanto, sea cual sea el aspecto de la verdad que se esté practicando o lo que se esté haciendo, primero ha de conocerse uno a sí mismo. Conocerte a ti mismo es conocer cada una de tus palabras y acciones, cada uno de tus movimientos y actos; es conocer tu mente y tus pensamientos, motivaciones, nociones y fantasías; incluso supone conocer tus filosofías mundanas de vida y las diversas toxinas de Satanás que albergas, así como el conocimiento y la formación adquiridos en la enseñanza. Hay que analizar todas estas cosas.
Extracto de ‘Sólo reconociendo tus opiniones equivocadas puedes conocerte a ti mismo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Dios puede perfeccionar al hombre tanto en los aspectos positivos como en los negativos. Depende de si puedes experimentar y de si buscas que Dios te perfeccione. Si verdaderamente buscas que Dios te perfeccione, entonces lo negativo no te puede quitar nada, sino que te puede traer cosas que son más reales y te puede hacer más capaz para saber qué es lo que falta dentro de ti y más capaz de comprender tus estados reales y ver que el hombre no tiene nada y no es nada; si no experimentas pruebas, no sabes esto, y siempre vas a sentir que estás por encima de los demás y que eres mejor que todos los demás. A través de todo esto vas a ver que todo lo que pasó antes, Dios lo hizo y Dios lo protegió. La entrada a las pruebas te deja sin amor ni fe, te falta oración y no puedes cantar himnos; y, sin darte cuenta, en medio de esto llegas a conocerte. Dios tiene muchos medios para perfeccionar al hombre. Emplea toda clase de ambientes para tratar con el carácter corrupto del hombre y usa varias cosas para poner al hombre al descubierto; en un sentido trata con el hombre, en otro pone al hombre al descubierto y en otro revela al hombre, escarbando y revelando los “misterios” en las profundidades del corazón del hombre, y mostrándole al hombre su naturaleza revelando muchos de sus estados. Dios perfecciona al hombre a través de muchos métodos —por medio de la revelación, por medio del trato, por medio del refinamiento y el castigo— para que el hombre pueda saber que Dios es práctico.
Extracto de ‘Sólo los que se enfocan en la práctica pueden ser perfeccionados’ en “La Palabra manifestada en carne”
Por un lado, durante las pruebas de Dios, el hombre llega a conocer sus deficiencias y a ver que es insignificante, despreciable y vil; que no tiene nada y que no es nada; por el otro, durante Sus pruebas Dios crea para el hombre entornos diferentes que hacen que el hombre sea más capaz de experimentar la hermosura de Dios. Aunque el dolor es grande y, a veces, insuperable —e incluso llega al nivel de un dolor abrumador—, después de haberlo experimentado, el hombre ve cuán preciosa es la obra de Dios en él y solo con base en esto nace en el hombre el amor verdadero por Dios. Hoy el hombre ve que no es capaz de conocerse a sí mismo verdaderamente solo con la gracia, el amor y la misericordia de Dios y, mucho menos, puede conocer la sustancia del hombre. Solo por medio del refinamiento y el juicio de Dios y durante el proceso de refinamiento mismo puede el hombre conocer sus deficiencias y saber que no tiene nada.
Extracto de ‘Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”
Haber fallado y caído varias veces no es algo malo, ni lo es quedar en evidencia. Ya sea que hayas sido tratado, podado o expuesto, debes recordar esto en todo momento: ser expuesto no significa que estés siendo condenado. Ser expuesto es algo bueno; es la mejor oportunidad para que te conozcas. Puede traer a tu experiencia de vida un cambio de marcha. Sin él, no tendrás ni la oportunidad, ni la condición ni el contexto para poder alcanzar un entendimiento de la verdad de tu corrupción. Si puedes llegar a conocer las cosas que hay dentro de ti, todos aquellos aspectos están profundamente ocultas en tu interior que son difíciles de reconocer y de desenterrar, entonces esto es algo bueno. Poder conocerte realmente es la mejor oportunidad para que enmiendes tus caminos y te conviertas en una nueva persona; es la mejor oportunidad de que obtengas nueva vida. Cuando realmente te conozcas, podrás ver que, cuando la verdad se convierte en la vida de alguien, es algo realmente precioso, y tendrás sed de la verdad y entrarás en la realidad. ¡Esto es algo verdaderamente grandioso! Si puedes aprovechar esta oportunidad y reflexionar sinceramente sobre ti mismo y obtener un conocimiento genuino de ti mismo cada vez que falles o caigas, entonces en medio de la negatividad y la debilidad, podrás levantarte. Cuando hayas cruzado este umbral, entonces podrás dar un gran paso adelante y entrar en la realidad-verdad.
Extracto de ‘Para ganar la verdad, debes aprender de las personas, los asuntos y las cosas que te rodean’ en “Registros de las pláticas de Cristo”