El Señor Jesús dijo: “[…] también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). Estas profecías mencionan a “el Hijo del Hombre vendrá” o “el Hijo del Hombre”. “Hijo del Hombre” significa alguien que nace del hombre y que posee una humanidad normal. El cuerpo espiritual de Dios no puede ser llamado Hijo del hombre. Por ejemplo, Jehová Dios es Espíritu y no puede ser llamado “Hijo del hombre”. Algunos han visto ángeles, que al ser espirituales, tampoco son “Hijo del hombre”. Aquel que tiene apariencia humana, pero tiene un cuerpo espiritual no es “Hijo del hombre”. Solo Dios encarnado puede ser llamado así. Como el Señor Jesús, por ejemplo. Su apariencia exterior parece una persona común, y Él tiene una humanidad normal, pero también posee una plena divinidad y es Dios mismo encarnado. Al Señor Jesús encarnado se le llamó “Hijo del hombre” y “Cristo”, porque Él era la carne encarnada del Espíritu de Dios que se convirtió en un hombre normal y corriente y vivió entre los hombres. Así pues, cuando el Señor Jesús dijo “el Hijo del hombre vendrá” y “el Hijo del hombre”, se refería a la venida de Dios y Su encarnación en los últimos días; especialmente, cuando afirmó: “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación”, esto demuestra explícitamente que, cuando el Señor regrese en los últimos días, se hará carne como el Hijo del hombre para aparecerse y obrar entre nosotros.
Algunas personas podrían preguntar: “El Hijo del Hombre vendrá” se refiere a Dios encarnado, lo cual tiene razón. Entonces, ¿por qué Dios se hará carne en los últimos días y se convertirá en el Hijo del hombre para obrar y salvar a la gente?
Dios Todopoderoso dice: “Si Dios no se hace carne, se queda como el Espíritu invisible e intangible para el hombre. Este es una criatura de carne, y el hombre y Dios pertenecen a dos mundos diferentes y son de distinta naturaleza. El Espíritu de Dios es incompatible con el hombre de carne, y no se pueden establecer relaciones entre ellos; además, el hombre no puede volverse espíritu. Así, el Espíritu de Dios debe pasar a ser una de las criaturas y hacer Su obra original. Dios puede ascender al lugar más elevado y humillarse volviéndose un hombre de la creación, obrando y viviendo entre los hombres, pero estos no pueden ascender hasta el lugar más elevado y volverse un espíritu, y mucho menos descender hasta el lugar más bajo. Por tanto, Dios debe hacerse carne para llevar a cabo Su obra”.
“Lo mejor de Su obra en la carne es que Él puede dejar palabras y exhortaciones exactas y Su voluntad precisa para la humanidad para los que lo siguen, para que después Sus seguidores puedan, de una manera más exacta y más concreta, transmitir toda Su obra en la carne y Su voluntad a toda la humanidad para los que aceptan este camino. Sólo la obra de Dios en la carne entre los hombres logra realmente el hecho de que Dios esté y viva junto con el hombre. Sólo esta obra cumple el deseo del hombre de contemplar el rostro de Dios, de presenciar la obra de Dios, y de escuchar la palabra personal de Dios”.
“Por lo tanto, la humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado y está más necesitada de la obra directa del Dios encarnado. La humanidad necesita al Dios encarnado para que la pastoree, la apoye, la riegue, la alimente, la juzgue y la castigue y ella necesita más gracia y una mayor redención del Dios encarnado. Sólo Dios en la carne puede ser el confidente del hombre, el pastor del hombre, el pronto auxilio del hombre, y todo esto es la necesidad que se tiene de la encarnación hoy y en el tiempo pasado”.
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