Son las vírgenes prudentes para escuchar la voz de Dios y recibir la aparición del Señor
A propósito de Su regreso, Jesús dijo algo muy importante. Dijo que fuéramos como vírgenes prudentes y escucháramos Su voz: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). Obviamente, es a través de los hombres que el Señor transmite Su palabra a todos los que esperamos Su regreso. Cuando alguien anuncia que el Señor ya ha llegado, deberíamos ser como vírgenes prudentes y escuchar con atención. Sólo de esa manera recibiremos Su regreso. Dios Todopoderoso comienza en los últimos días Su juicio en la casa de Dios, revela la verdad para que el hombre pueda salvarse, descubre los misterios para que conozcamos el plan divino. Se cumple así la profecía del Señor: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Dios Todopoderoso es la encarnación del Espíritu de la verdad. La palabra que Él expresa es nada más que la verdad, la presencia del Espíritu Santo, y lo que dice es “lo que el Espíritu dijo a las iglesias” lo que se menciona tantas veces en el Apocalipsis. La palabra de Dios Todopoderoso impacta a todos aquellos que esperan anhelantes Su llegada. Los que aman la verdad cualquiera que sea su religión se dirigen hacia Dios después de escuchar cuidadosamente Su voz. Son como vírgenes prudentes postradas ante el trono de Dios. Aceptan el juicio y se purifican en Su palabra; y asisten al banquete de bodas del Cordero. Su palabra tiene autoridad y tiene poder; y separa a los hombres según su naturaleza. Las vírgenes prudentes escuchan la voz del Señor y se dirigen a Su encuentro. Las que no quieren escuchar, las que no quieren hacer esfuerzos son las más insensatas. Esas serán apartadas de Su obra.
Dios Todopoderoso dice: “Los últimos días ya han llegado. Todas las cosas se clasificarán según su tipo, y se dividirán en diferentes categorías en base a su naturaleza. Este es el tiempo cuando Dios revela el final y el destino del hombre. Si este no pasa por el castigo y el juicio, no habrá forma de revelar su desobediencia y su injusticia. Sólo por este medio se puede manifestar el final de todas las cosas. El hombre sólo muestra realmente lo que es cuando es castigado y juzgado. El mal se pondrá con el mal, el bien con el bien, y toda la humanidad será clasificada según sus tipos. A través del castigo y del juicio se revelará el final de todas las cosas, de forma que los malos serán castigados y los buenos recompensados, y todas las personas se someterán al dominio de Dios. Toda la obra debe lograrse por medio del castigo y del juicio justos. Como la corrupción del hombre ha alcanzado su punto culminante y su desobediencia ha sido demasiado grave, sólo el carácter justo de Dios, que es principalmente de castigo y juicio, y se revela durante los últimos días, puede transformar y completar totalmente al hombre. Sólo este carácter puede dejar el mal al descubierto y castigar así con severidad a todos los injustos. […] Durante los últimos días, sólo el juicio justo puede clasificar al hombre y llevarlo a un nuevo reino. De esta forma, se pone fin a toda la era por medio del carácter justo de Dios, de juicio y castigo”.
“Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede este en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida!”.
De “La Palabra manifestada en carne”
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