Cuando hablamos de la Biblia, todos la conocen como el canon del cristianismo. Todos los cristianos tenemos una Biblia, durante nuestros devocionales y en las reuniones leemos la Biblia, y dependemos aún más de ella en el trabajo misionero y en la predicación. Se podría decir que la Biblia es una parte inseparable de la vida de todo cristiano.
Al leer la Biblia, aprendemos que Dios creó los cielos, la tierra y todas las cosas en ellos, que Dios una vez usó un diluvio para destruir el mundo, que Dios sacó a Moisés de Egipto, y que Él proclamó las leyes y los mandamientos y condujo a los israelitas en sus vidas, y les enseñó a adorar a Dios. También aprendemos de la Biblia que, en la Era de la Gracia, el Señor Jesús realizó muchos milagros divinos, curó a muchos enfermos, hizo de Sí mismo una ofrenda por el pecado para redimir a toda la humanidad, que Su misericordia y amor eran genuinos, etc. Al leer la Biblia, llegamos a conocer la autoridad de Dios, aumentamos nuestra confianza en seguir a Dios, y hacemos más obras buenas en nuestras vidas y trabajo. Estas son todas las cosas que obtenemos al leer la Biblia. Nadie puede negar el valor de la existencia de la Biblia para nosotros, o el beneficio y la ayuda que nos brinda. Por lo tanto, muchos cristianos creen que la Biblia es nuestro camino para alcanzar vida en nuestra creencia en Dios, y que solo perseverando en la lectura de la Biblia podemos alcanzar la vida eterna. Sin embargo, algunas personas leen que el Señor Jesús dijo: “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). Y se sienten confundidos: Puesto que la Biblia contiene las palabras de Dios y el testimonio del hombre, su lectura debe ser capaz de darnos vida eterna. ¿Por qué, entonces, el Señor Jesús dice que la Biblia no contiene vida eterna?
De hecho, esta es una pregunta fácil de responder. Solo tenemos que mirar la historia interior detrás de la obra de Dios registrada en la Biblia durante la Era de la Ley y la Era de la Gracia, así como los resultados que esta obra logró, para entender por qué el Señor Jesús dijo eso.
En la Era de la Ley, Jehová Dios proclamó principalmente las leyes y los mandamientos, y guió las vidas de la entonces recién creada humanidad en la tierra. Aunque Dios también expresó algunas verdades, Él dijo esas palabras principalmente para hacer que la gente obedeciera Sus leyes y mandamientos, adorara a Dios, aprendiera a construir altares, y aprendiera que si ellos violaban Sus leyes y mandamientos, debían hacer ofrendas a Dios sobre esos altares y arrepentirse. Él no hizo nada para cambiar el carácter de la gente por la vida, simplemente hizo estas cosas para guiar la vida de la gente. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús hizo la obra de redención, y durante este tiempo realizó muchos milagros divinos; sanó a los enfermos, expulsó demonios, resucitó a los muertos, calmó las olas y el viento con una palabra, usó cinco panes y dos peces para alimentar a 5,000 personas; y dijo muchas palabras, principalmente para enseñar a la gente a confesar sus pecados y arrepentirse, amar a los demás como a sí mismos, ser tolerantes y pacientes, no juzgar a los demás, perdonar setenta veces siete, etc.
El Señor Jesús predicó el camino del arrepentimiento, y cuando la gente aceptó el camino del arrepentimiento, el resultado fue que confesaron, se arrepintieron, y sus pecados fueron perdonados, exteriormente realizaron más obras buenas, no robaron, hurtaron, golpearon o regañaron a otros ni bebieron, y algunas personas fueron capaces de trabajar diligentemente, de gastar para el Señor, de abandonar todo para seguir al Señor, y de difundir el evangelio del Señor Jesús. Pero el mero hecho de estar obteniendo la redención del Señor por nuestros pecados no representa que la causa principal de nuestro pecado esté resuelta, ni que estemos en un camino claro para alcanzar la vida eterna. Aun desde el momento en que creemos en el Señor, somos controlados por nuestros caracteres arrogantes, engreídos, egoístas, despreciables, retorcidos y engañosos, y por eso a menudo nos involucramos en conflictos, o menospreciamos y excluimos a otros; por el bien de nuestros intereses y reputaciones, a menudo intrigamos, engañamos y mentimos; en nuestra creencia en Dios, a menudo somos incapaces de adorar a Dios aunque adoremos y sigamos a los hombres; en reuniones y cuando predicamos, a menudo nos exaltamos a nosotros mismos, y no podemos honrar a Dios por encima todo o testificar de Dios; y especialmente en tiempos de desastre, siempre corremos el riesgo de malentender, culpar, o incluso traicionar a Dios. Estas expresiones prueban que las obras hechas por Dios en la Era de la Ley y la Era de la Gracia no fue para cambiar nuestro carácter de vida, sino para enseñar a la gente a conocer su propio pecado, y a ser capaz de confesar sus pecados y arrepentirse.
El Señor Jesús dijo: “[…] En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). “[…] y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Hoy, a menudo pecamos, los caracteres corruptos dentro de nosotros no han sido purificados, y todavía somos esclavos del pecado, así que ¿cómo podríamos decir que hemos alcanzado el camino de la vida eterna y estamos listos para ver el rostro de Dios? Dios es santo, y nunca permitirá que personas llenas de pecado entren en Su reino. Así que, si aceptamos la obra de Dios solo en la Era de la Ley y en la Era de la Gracia, no importa cómo la perseguimos, qué precio pagamos, o cómo sufrimos, nunca lograremos un cambio en nuestro carácter de vida, no podemos lograr el efecto de escapar del pecado, y mucho menos podemos alcanzar el camino de la vida eterna.
Entonces, ¿cuál es el camino de la vida eterna? Todos sabemos que la humanidad muere a causa del pecado. Si la humanidad obtiene la verdad como vida y resuelve el problema del pecado, Dios bendecirá a la humanidad quitándole la muerte y concediéndole la vida eterna. Así, un cambio en el carácter de la vida ocurre en aquellos que alcanzan el camino de la vida eterna. Sus caracteres corruptos son purificados, escapan de las fuerzas de Satanás, y ya no sufren las limitaciones y la esclavitud de su naturaleza satánica. Finalmente obtienen la verdad como vida, se hacen compatibles con Cristo, y nunca más pecan para resistirse o traicionar a Dios. Solo el camino que puede ofrecer estos resultados puede decirse que es el camino de la vida eterna.
Al vez algunos se pregunten: “Entonces, ¿cómo podemos obtener el camino de la vida eterna?”.
El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). También, el capítulo 9, versículo 28 en Hebreos se dice: “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan”. En el Apocalipsis se menciona también que “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Véase Apocalipsis 2, 3). A través de estas profecías, podemos ver que el Señor Jesús regresará en los últimos días para otorgarnos la salvación por segunda vez. En los últimos días, Dios expresará el lenguaje de la vida, que no vemos en la Biblia, y que son palabras nuevas que Dios expresará por fuera de la Biblia.
Un libro dice: “Cristo de los últimos días trae la vida y trae el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida y nunca podrán obtener el camino perpetuo de la vida” (“Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna”). A partir de esto, podemos ver que sólo Cristo de los últimos días puede expresar la verdad que purifica nuestros pecados y nos da el camino de la vida eterna. Debemos dejar ir nuestra visión de que la Biblia contiene vida eterna, recibir a Cristo en los últimos días, y obtener la verdad de Dios, solo de esta manera la corriente eterna de agua viva de vida podrá entrar en nuestras vidas. La Biblia no puede sustituir la autoridad y el poder de Dios, no representa la vida que Dios otorga al hombre, y no representa la obra del Espíritu Santo. La Biblia es solo un registro de las palabras y obras anteriores de Dios, lo que quiere decir que la Biblia es meramente un testimonio de Dios. La fuente de la vida eterna es Cristo, no la Biblia. La Biblia no es un sustituto de Dios, y no tiene vida. Cristo es el Señor de la Biblia y la fuente de vida, y solo aceptando la salvación de Dios en los últimos días tenemos la oportunidad de alcanzar la vida eterna.
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