Coro cristiano|"Himno del Reino (III) ¡Pueblos todos! ¡Alegraos!" Qué hermosa es la vida del reino
I
En la luz de Dios, la gente vuelve a ver la luz.
En la palabra de Dios, la gente encuentra las cosas para el disfrute.
Dios ha venido del Este y sale desde allí.
Cuando Su gloria resplandece todas las naciones se iluminan,
todo es traído a la luz y no queda nada en tinieblas.
En el reino, la vida del pueblo de Dios, con Dios, es incomparablemente feliz.
Las aguas bailan por las vidas benditas de los pueblos,
las montañas disfrutan la abundancia de Dios con los pueblos.
Todos los hombres se esfuerzan, trabajan duro,
muestran su lealtad al reino de Dios.
En el reino, ya no hay rebelión, no más resistencia;
los cielos y la tierra dependen el uno del otro,
el hombre y Dios son cercanos y sienten profundamente,
a través de las felicidades de la vida, que se confunden en uno…
En este momento, Dios comienza formalmente la vida celestial.
Ya no existe la interferencia de Satanás y los pueblos entran en reposo.
II
En todo el universo, el pueblo escogido de Dios vive en Su gloria,
bendecido más allá de toda comparación,
no como personas que viven entre personas, sino como personas que viven con Dios.
Todo el mundo ha experimentado la corrupción de Satanás,
ha probado la amargura y la dulzura de la vida.
Ahora, viviendo en la luz de Dios, ¿cómo pueden no alegrarse?
¿Cómo puede alguien simplemente renunciar a un momento tan hermoso y dejarlo pasar?
¡Pueblos todos! ¡Cantad ahora las canciones en vuestros corazones y bailad para Dios!
¡Levantad ahora vuestros corazones sinceros y ofrecedlos a Dios!
¡Retumben ahora vuestros tambores y tocad para Dios!
¡Dios hace brillar la alegría sobre todo el universo!
¡Muestra a los pueblos Su rostro glorioso!
¡Tronará! ¡Trascenderá el universo!
¡Dios ya reina entre los pueblos! ¡Es exaltado por los pueblos!
III
Dios se desplaza en el cielo azul
y los pueblos se mueven con Dios. ¡Dios camina entre los pueblos
y Su pueblo le rodea! ¡Los corazones de los pueblos están alegres,
sus canciones sacuden el universo y agrietan los cielos!
El universo ya no está envuelto en niebla;
no hay más lodo, no hay más recolección de aguas residuales.
¡Pueblo santo del universo!
Bajo la inspección de Dios se revela vuestro verdadero rostro.
No sois hombres cubiertos de inmundicia, sino santos puros como el jade,
todos los amados de Dios, todos los deleites de Dios.
¡Todas las cosas vuelven a la vida!
Todos los santos han regresado a los cielos, sirviendo a Dios, entrando en Su cálido abrazo,
ya no lloran ni siguen ansiosos,
ofreciéndose a Dios, regresando a Su hogar, regresando a Su hogar,
y en su tierra, amarán a Dios sin cesar. ¡Inmutables! ¡Inmutables!
¿Dónde está la tristeza? ¿Dónde están las lágrimas? ¿Dónde está la carne?
La tierra ya no existe; los cielos son eternos.
Dios aparece a todos los pueblos y todos los pueblos alaban a Dios.
Esta vida, esta belleza, desde tiempos inmemoriales y para siempre, no cambiará.
Esta es la vida en el reino. Esta es la vida en el reino.
Esta es la vida en el reino.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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