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El auténtico significado de ser salvo por tener la fe en el Señor

 

En la Biblia se dice: “Pues si confesareis con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le ha resucitado de entre los muertos, serás salvo. Porque es necesario creer de corazón para justificarse, y confesar la fe con las palabras u obras para salvarse” (Romanos 10:9-10). Por eso, muchos creyentes creen que hemos sido salvados por creer en el Señor, es decir una vez salvo, salvo para siempre, seremos arrebatados al reino de los cielos cuando venga. Pero ¿es cierto este punto de vista y encaja con la verdad?

 

Dios dice: “En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado”.

 

“[...] la humanidad sólo tuvo que aceptar al Señor Jesús como el Salvador para que sus pecados fueran perdonados. Nominalmente hablando, los pecados del hombre ya no eran más una barrera para que alcanzara su salvación y para presentarse delante de Dios, ni eran ya más la influencia por la que Satanás acusaba al hombre. Esto se debe a que Dios mismo había hecho una obra real, se había convertido en la semejanza y la muestra de la carne pecaminosa, y Él mismo era la ofrenda por el pecado. De esta forma, el hombre descendió de la cruz, siendo redimido y salvado gracias a la carne de Dios, la semejanza de esta carne pecaminosa”.

 

De esto podemos ver que “serás salvo” que se registra en Romanos solamente se refiere a que los pecados han sido perdonados y la gente no será condenada y ejecutada a muerte por las leyes, no representa que podrá poner la Palabra de Dios en práctica y escapar de los pecados y ser purificada y transformada, mucho menos podrá entrar en el reino de los cielos. Aunque nuestros pecados han sido perdonados por tener la fe en el Señor, nuestra naturaleza opuesta y traicionada a Dios sigue arraigando en nuestro interior. Cuando nos topemos con desgracias, enfermedades, sufrimientos, persecuciones y tribulaciones etc., aún podemos culpar y malinterpretar a Dios. Seguimos las tendencias malvadas del mundo, disfrutando del gozo en los pecados y pecando contra Dios con frecuencia mientras creemos en Dios, así que, ¿cómo podremos estar cualificados para entrar en el reino de los cielos? El Señor es santo y justo, y sin excepción alguna para nadie. El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo, que todo aquel que comete pecado, es esclavo del pecado. Es así que el esclavo no mora para siempre en la casa; el hijo sí permanece siempre en ella” (Juan 8:34-35). Obviamente, si no podemos desechar los pecados, no acabaremos entrando en el reino de los cielos. Siendo así, la opinión de que ser salvo y entrar en el reino de los cielos por la fe no concuerda con la Palabra del Señor, de lo contrario, no hubiera dicho el Señor: “No todo aquel que me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21). 

 

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