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Devocional de hoy | Versículos de la Biblia--Juan 5:39-40

 

Versículos de la Biblia:

 

Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Juan 5:39-40). 

 

Al leer la Biblia, aprendemos que Dios creó los cielos, la tierra y todas las cosas en ellos, que Dios una vez usó un diluvio para destruir el mundo, que Dios sacó a Moisés de Egipto, y que Él proclamó las leyes y los mandamientos y condujo a los israelitas en sus vidas, y les enseñó a adorar a Dios. También aprendemos de la Biblia que, en la Era de la Gracia, el Señor Jesús realizó muchos milagros divinos, curó a muchos enfermos, hizo de Sí mismo una ofrenda por el pecado para redimir a toda la humanidad, que Su misericordia y amor eran genuinos, etc. Al leer la Biblia, llegamos a conocer la autoridad de Dios, aumentamos nuestra confianza en seguir a Dios, y hacemos más obras buenas en nuestras vidas y trabajo. Estas son todas las cosas que obtenemos al leer la Biblia. Nadie puede negar el valor de la existencia de la Biblia para nosotros, o el beneficio y la ayuda que nos brinda. Por lo tanto, muchos cristianos creen que la Biblia es nuestro camino para alcanzar vida en nuestra creencia en Dios, y que solo perseverando en la lectura de la Biblia podemos alcanzar la vida eterna. Sin embargo, algunas personas leen que el Señor Jesús dijo: “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). Y se sienten confundidos: Puesto que la Biblia contiene las palabras de Dios y el testimonio del hombre, su lectura debe ser capaz de darnos vida eterna. ¿Por qué, entonces, el Señor Jesús dice que la Biblia no contiene vida eterna?

 

De hecho, esta es una pregunta fácil de responder. Solo tenemos que mirar la historia interior detrás de la obra de Dios registrada en la Biblia durante la Era de la Ley y la Era de la Gracia, así como los resultados que esta obra logró, para entender por qué el Señor Jesús dijo eso.

 

En la Era de la Ley, Jehová Dios proclamó principalmente las leyes y los mandamientos, y guió las vidas de la entonces recién creada humanidad en la tierra. Aunque Dios también expresó algunas verdades, Él dijo esas palabras principalmente para hacer que la gente obedeciera Sus leyes y mandamientos, adorara a Dios, aprendiera a construir altares, y aprendiera que si ellos violaban Sus leyes y mandamientos, debían hacer ofrendas a Dios sobre esos altares y arrepentirse. Él no hizo nada para cambiar el carácter de la gente por la vida, simplemente hizo estas cosas para guiar la vida de la gente. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús hizo la obra de redención, y durante este tiempo realizó muchos milagros divinos; sanó a los enfermos, expulsó demonios, resucitó a los muertos, calmó las olas y el viento con una palabra, usó cinco panes y dos peces para alimentar a 5,000 personas; y dijo muchas palabras, principalmente para enseñar a la gente a confesar sus pecados y arrepentirse, amar a los demás como a sí mismos, ser tolerantes y pacientes, no juzgar a los demás, perdonar setenta veces siete, etc.

 

El Señor Jesús predicó el camino del arrepentimiento, y cuando la gente aceptó el camino del arrepentimiento, el resultado fue que confesaron, se arrepintieron, y sus pecados fueron perdonados, exteriormente realizaron más obras buenas, no robaron, hurtaron, golpearon o regañaron a otros ni bebieron, y algunas personas fueron capaces de trabajar diligentemente, de gastar para el Señor, de abandonar todo para seguir al Señor, y de difundir el evangelio del Señor Jesús. Pero el mero hecho de estar obteniendo la redención del Señor por nuestros pecados no representa que la causa principal de nuestro pecado esté resuelta, ni que estemos en un camino claro para alcanzar la vida eterna. Aun desde el momento en que creemos en el Señor, somos controlados por nuestros caracteres arrogantes, engreídos, egoístas, despreciables, retorcidos y engañosos, y por eso a menudo nos involucramos en conflictos, o menospreciamos y excluimos a otros; por el bien de nuestros intereses y reputaciones, a menudo intrigamos, engañamos y mentimos; en nuestra creencia en Dios, a menudo somos incapaces de adorar a Dios aunque adoremos y sigamos a los hombres; en reuniones y cuando predicamos, a menudo nos exaltamos a nosotros mismos, y no podemos honrar a Dios por encima todo o testificar de Dios; y especialmente en tiempos de desastre, siempre corremos el riesgo de malentender, culpar, o incluso traicionar a Dios. Estas expresiones prueban que las obras hechas por Dios en la Era de la Ley y la Era de la Gracia no fue para cambiar nuestro carácter de vida, sino para enseñar a la gente a conocer su propio pecado, y a ser capaz de confesar sus pecados y arrepentirse.

 

El Señor Jesús dijo: “[…] En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). “[…] y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Hoy, a menudo pecamos, los caracteres corruptos dentro de nosotros no han sido purificados, y todavía somos esclavos del pecado, así que ¿cómo podríamos decir que hemos alcanzado el camino de la vida eterna y estamos listos para ver el rostro de Dios? Dios es santo, y nunca permitirá que personas llenas de pecado entren en Su reino. Así que, si aceptamos la obra de Dios solo en la Era de la Ley y en la Era de la Gracia, no importa cómo la perseguimos, qué precio pagamos, o cómo sufrimos, nunca lograremos un cambio en nuestro carácter de vida, no podemos lograr el efecto de escapar del pecado, y mucho menos podemos alcanzar el camino de la vida eterna.

 

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Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.