Jesús completó la misión de Dios,
la obra de redención de los hombres,
considerando la voluntad de Dios,
sin propósitos egoístas o planes.
En el centro puso el plan de Dios,
y oró al Padre celestial, buscó la voluntad de Dios.
Lo buscó y siempre le oró.
Si, como Jesús, sólo consideras a Dios y das la espalda a la carne,
Dios te confiará tareas vitales (vitales) para que puedas servirle.