I
Puros y honestos, como un niño inocente,
brillantes y llenos de juvenil vitalidad,
son como ángeles que vienen al mundo.
Abierto el corazón, sin engaño, ellos dignos son.
Ganan Su confianza, su corazón dan a Dios.
Son la gente honesta a quien ama Dios.
Las palabras de Dios como guía diaria,
nos bendice y el Espíritu Santo nos guía.
Escrutinio de Dios aceptamos, ante Él vivimos.
Amar de verdad a Dios es estar alegres.
El reino de Cristo es el cielo de los honestos.
Y este es su hermoso hogar.