Jesús representa toda la obra de la Era de la Gracia; Él fue encarnado y crucificado, e inauguró la Era de la Gracia. Él fue crucificado con el fin de completar la obra redentora, para poner fin a la Era de la Ley y comenzar la Era de la Gracia, y por ello fue llamado el “Comandante Supremo”, la “Ofrenda por el Pecado”, el “Redentor”. Por ende, la obra de Jesús fue diferente en contenido de la obra de Jehová, a pesar de que ambas eran en principio lo mismo. Jehová comenzó la Era de la Ley, estableció su sede principal, el lugar de nacimiento, de Su obra en la tierra, y dio los mandamientos; esos fueron Sus dos logros, los cuales representan la Era de la Ley. La obra de Jesús no fue para dar mandamientos, sino el cumplimiento de los mandamientos, anunciando así la Era de la Gracia y el final de la Era de la Ley que duró dos mil años. Fue el pionero, marcando el comienzo de la Era de la Gracia, sin embargo, la redención continuó siendo el núcleo de Su obra. Por lo que Sus logros también siguieron siendo dos: la apertura de una nueva era, y completar la obra de redención a través de Su crucifixión. Luego se fue. En ese momento, la Era de la Ley llegó a su fin y la humanidad entró en la Era de la Gracia.
La obra de Jesús se hizo de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su tarea consistía en redimir a la humanidad, perdonarlos por sus pecados, por lo que todo Su carácter fue uno de humildad, paciencia, amor, piedad, tolerancia, misericordia y amorosa bondad. Él bendijo profusamente a la humanidad y le trajo gracia en abundancia, y le dio todas las cosas que pudieran disfrutar para su gozo: paz y felicidad, la tolerancia y el amor de Jesús, Su misericordia y bondad. En aquellos días, todo lo que el hombre encontró fue cosas en abundancia para disfrutar: su corazón estaba en paz y tranquilo, su espíritu consolado, y estaba sustentado por el Salvador Jesús. Que la humanidad pudiese obtener estas cosas fue una consecuencia de la era en la que vivió. En la Era de la Gracia el hombre ya había sido corrompido por Satanás, por lo que, para surtir efecto, la obra de redimir a toda la humanidad requirió gracia en abundancia, tolerancia y paciencia infinita y, aún más, una ofrenda adecuada para expiar los pecados de la humanidad. Lo que la gente vio en la Era de la Gracia fue simplemente Mi ofrenda por los pecados de la humanidad: Jesús. Y sólo sabían que Dios podía ser misericordioso y paciente, sólo vieron la misericordia y la amorosa bondad de Jesús. Esto fue así porque vivían en la Era de la Gracia.
de “La verdad interna sobre la obra en la Era de la Redención”
Durante Su primera encarnación fue necesario que Dios sanara a los enfermos y echara fuera a los demonios, porque Su obra era redimir. Con el fin de redimir a toda la raza humana, necesitaba ser compasivo e indulgente. La obra que Él llevó a cabo antes de ser crucificado fue sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios, lo que presagió Su salvación del hombre del pecado y la inmundicia. Siendo la Era de la Gracia, era necesario que Él sanase a los enfermos, mostrando de esta forma señales y maravillas representativas de la gracia en aquella era; y es que la Era de la Gracia se centraba en la concesión de la gracia, simbolizada por la paz, el gozo y las bendiciones materiales, todos ellos muestras de la fe de las personas en Jesús.
de “La esencia de la carne habitada por Dios”
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